Papa: Cerca de los coptos ortodoxos de Egipto. Un ‘saludo especial’ a las familias

En el Ángelus, el Papa Francisco ruega por las víctimas de los atentados en El Cairo y para que “el Señor convierta los corazones de los violentos”. Para la Sagrada Familia, “el hijo pertenece a Dios” y ellos “son los custodios de su vida, no sus propietarios”. Incluso para las familias “heridas” o “marcadas por el fracaso” se abren caminos “de resurrección”. Dar las gracias a Dios por el año transcurrido y por todos los bienes recibidos.


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El Papa Francisco ha expresado su “cercanía a los hermanos coptos ortodoxos de Egipto, que han sido azotados hace dos días por dos atentados, en una iglesia y en un negocio en la periferia del Cairo”. Los atentados, que fueron reivindicados por el Estado islámico, han dejado 10 muertos y decenas de heridos”.

Al dirigirse a los peregrinos reunidos en plaza San Pedro para el rezo del Ángelus, el pontífice agregó: “El Señor reciba las almas de los difuntos, sostenga a los heridos, a los familiares y a la comunidad entera, y convierta los corazones de los violentos”.

Inmediatamente después, él quiso enviar “un saludo especial a las familias aquí presentes, y también a aquellas que participan desde casa” en la oración mariana. “La Santa Familia –continuó- los bendiga y los guíe en su camino”.  

El ‘saludo especial’ se enlaza con el hecho de que hoy se celebra la Fiesta de la Sagrada Familia, que se caracteriza por ser una “familia en el amor recíproco y en la confianza en Dios”.  

Con anterioridad a ello, al comentar el Evangelio de la misa de hoy (Lucas 2, 22-40), él destacó que María y José “llevaron al niño a Jerusalén, para presentarlo al Señor”. “Los padres de Jesús –continúa- van al templo para dar muestra de que el hijo pertenece a Dios y de que ellos son custodios de su vida, y no propietarios. Este gesto subraya que sólo Dios es el Señor de la historia individual y familiar; todo nos viene de Él. Cada familia es llamada a reconocer dicho primado, custodiando y educando a los hijos a abrirse a Dios, que es la fuente misma de la vida”.

El Papa luego se refirió a la “juventud interior”, testimoniada por dos ancianos, Simeón y Ana.

“El viejo Simeón, en particular, inspirado por el Espíritu Santo, dice refiriéndose al niño Jesús: «El está aquí para la caída y elevación de muchos en Israel; será signo de contradicción [...] a fin de que sean desvelados los pensamientos de muchos corazones» (vv. 34-35).  Estas palabras proféticas revelan que Jesús ha venido para hacer caer las falsas imágenes que nos hacemos de Dios y también de nosotros mismos; para hacer que ‘resucitemos’ en un camino auténticamente humano y cristiano, fundado sobre los valores del Evangelio. No hay situación familiar que sea impedimento para este camino nuevo de renacimiento y resurrección. Cada vez que las familias, incluso aquellas heridas y marcadas por la fragilidad, los fracasos y las dificultades, vuelven a la fuente de la experiencia cristiana, se abren caminos nuevos y posibilidades impensadas”.

Refiriéndose luego a la frase del Evangelio en la que se dice que “el niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracias de Dios estaba con él “, Francisco agregó: “Una gran alegría para la familia, es el crecimiento de los hijos. Ellos están destinados a desarrollarse y a fortalecerse, a adquirir sabiduría y a acoger la gracia de Dios, tal como le sucedió a Jesús.  Él verdaderamente es uno de nosotros: el Hijo de Dios se hace niño, acepta crecer, fortalecerse, está lleno de sabiduría y la gracia de Dios está con Él. María y José tienen la alegría de ver todo esto en su hijo; y esta es la misión a la cual se orienta la familia: crear las condiciones favorables para el crecimiento armónico y pleno de los hijos, a fin de que puedan vivir una vida buena, digna de Dios, y constructiva para el mundo. Y esto es lo que deseo para todas las familias, acompañando el mismo con la invocación a María, Reina de la Familia”.    

Antes de concluir, el Papa invitó a todos a repasar con gratitud el año que acaba de transcurrir: “No nos olvidemos, en esta jornada, de agradecer a Dios por el año transcurrido y por todos los bienes recibidos. Nos hará bien hacernos un tiempo para repensar cuántas cosas buenas hemos recibido del Señor. Y si hay dificultades, también dar las gracias por esto. Hoy es una jornada de agradecimiento”.