Vaticano: Mensaje para un turismo sostenible, que sea instrumento de desarrollo

Es el primer mensaje referido al tema que difunde el Dicasterio vaticano para el servicio del desarrollo humano integral, una iniciativa del Papa Francisco. El turismo representa “el 10% del PIB y el 7% del total de las exportaciones”; 1 de cada 11 personas está empleada en el sector. La sostenibilidad del turismo debe salvaguardar el medio ambiente, el patrimonio cultural de los pueblos, la dignidad de los trabajadores y a las personas desventajadas. La sintonía entre el Dicasterio y la ONU. 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El Dicasterio vaticano para el servicio del desarrollo humano integral, recientemente constituido por la Santa Sede, por primera vez en su historia ha difundido hoy un Mensaje para la Jornada mundial del Turismo. Dicha Jornada será celebrada el 27 de septiembre; el Mensaje está fechado el 29 de junio.

El tema, “Turismo sostenible como instrumento de desarrollo”, es el mismo que lleva la Jornada, que ha sido fijada por iniciativa de la Organización Mundial del Turismo, y que también ha hecho suyo la ONU, al declarar el año 2017 como “Año internacional del turismo sostenible para el desarrollo”.  

Ante todo, el documento resalta que el turismo es una voz importante en la economía mundial: “Según el último Barómetro de la Organización Mundial del Turismo, referido a 2016, asciende a unos 1.235 millones el número de llegadas turísticas internacionales. A nivel mundial, el sector representa el 10% del PIB y el 7% del total de las exportaciones, teniendo en cuenta que uno de cada 11 puestos de trabajo se encuentra en el turismo”.

Por este motivo, “el turismo puede ser un instrumento importante para el crecimiento y para la lucha contra la pobreza”. Pero –tal como afirma la doctrina social de la Iglesia- el auténtico desarrollo “no se reduce al simple crecimiento económico”, sino que “éste, “debe ser integral”, es decir, “promover a todos los hombres y a todo el hombre”.

Para el Dicasterio vaticano, el concepto de “desarrollo integral” se acerca al concepto de “desarrollo sostenible”, introducido por la ONU desde fines de la década del ’80 del siglo pasado.  

El turismo también debe ser “sostenible”:  “debe ser responsable, no destructivo ni perjudicial para el ambiente ni para el contexto sociocultural sobre el que incide, particularmente respetuoso con la poblaciones y su patrimonio, orientado a la salvaguardia de la dignidad personal y de los derechos laborales, al tiempo que atento a las personas más desfavorecidas y vulnerables”.

 

Para las Naciones Unidas, el turismo sostenible es un “instrumento positivo para erradicar la pobreza, proteger el medio ambiente, mejorar la calidad de vida y empoderar económicamente a las mujeres y los jóvenes, así como su contribución a las tres dimensiones del desarrollo sostenible, especialmente en los países en desarrollo”.

Siendo intensa la consonancia entre el Dicasterio y la ONU, el Mensaje enumera características específicas de la promoción del desarrollo “a la luz del Evangelio”: “Reconocemos a Dios como Creador del universo y Padre de todos los hombres, que nos hace hermanos los unos de los otros. Ponemos en el centro a la persona humana; respetamos la dignidad de cada uno y la interacción relacional entre los hombres; compartimos el principio del destino común de la familia humana y el destino universal de los bienes de la tierra. El ser humano no actúa, por tanto, como dueño, sino como ‘administrador responsable’. Al reconocernos como hermanos, comprenderemos ‘el principio de gratuidad y la lógica del don’, y nuestros deberes de solidaridad, justicia y caridad universal”.

Llegado este punto, el Mensaje hace surgir una pregunta: “¿en qué modo estos principios pueden conformar el desarrollo del turismo? ¿Qué consecuencias se derivan para los turistas, los emprendedores, los trabajadores, los gobernantes y las comunidades locales? Es ésta una reflexión abierta”.

El Dicasterio invita a “todas las personas implicadas a comprometerse en un serio discernimiento y a promover prácticas en esta línea, acompañando comportamientos y cambios en los estilos de vida hacia un nuevo modo de situarse en relación con el otro” y menciona algunas experiencias en el campo católico, como el “’turismo de comunidad’, ‘de cooperación’, ‘de solidaridad’, así como  “la valoración de su importante patrimonio artístico, que es un verdadero y auténtico ‘camino de la belleza’”.