Papa en Georgia: un mundo “sediento de paz” reclama un “nuevo impulso” en el vínculo entre católicos y ortodoxos

Francisco visita el Patriarcado ortodoxo, que ha tomado distancia de los grupos que contestan la visita papal. “Dejémonos mirar de nuevo por el Señor Jesús, dejémonos atraer aún por su invitación a dejar todo lo que nos impide dar, juntos, el anuncio de su presencia”.


Tiflis (AsiaNews) – Un mundo “sediento de misericordia, de unidad y de paz”, reclama que los vínculos entre los católicos y ortodoxos “reciban un nuevo impulso y renovado fervor”, de los cuales el abrazo fraternal entre el Papa Francisco y el Patriarca Ilia II “ya es un signo elocuente”. La visita a la sede del Patriarcado ortodoxo georgiano, segunda cita de este viaje del Papa al Cáucaso, se desarrolló bajo el signo de la fraternidad, históricamente difícil entre las dos Iglesias.

Georgia es un país donde más del 80% de los habitantes es de religión cristiana. Son sobre todo ortodoxos (los católicos son 112.000 sobre más de 3 millones y medio de habitantes),  de una Iglesia particularmente “dura” en cuanto a sus principios. Así lo demuestra su decisión de no participar en el Concilio pan-ortodoxo desarrollado en Creta en junio de este año, así como el hecho de que el patriarca Ilia II y el Papa no tendrán oraciones en común. Pero por primera vez, una delegación ortodoxa  participará en la misa que el Papa celebrará aquí mañana por la mañana. En síntesis, las cosas irán mejor de cuanto ocurrió en ocasión de la visita de Juan Pablo II en noviembre de 1999, cuando a aquellos que habían asistido a las celebraciones y encuentros con el Papa les fue impuesta una penitencia. También esta vez, por otro lado, un grupo de sacerdotes y fieles han contestado en términos muy duros la visita papal, a tal punto que dos días atrás, el 28 de septiembre, la Iglesia ortodoxa difundió una declaración con la cual toma distancia del grupo, diciendo que dicha toma de posición ha sido “absolutamente inaceptable”, y que la misa que Francisco celebrará “no puede ser considerada como una expresión de proselitismo”. En la misma declaración, el Patriarcado, no obstante, reiteró que no participará en una oración ecuménica con los católicos, y que “los creyentes ortodoxos no participarán en sus celebraciones religiosas [las de los católicos], porque persisten diferencias doctrinales”.

A pesar de ello, hoy, Ilia II, que desde hace 40 años es patriarca de Georgia, recibió cálidamente al Papa. Hubo un coloquio en privado y luego, en la Sala de audiencias, el Coro patriarcal interpretó un canto y, luego de los discursos, hubo una ofrenda simbólica del té y del café de bienvenida.

Francisco ante todo hablo acerca de los  “importantes lazos que existen entre nosotros desde los primeros siglos del cristianismo. Estos se han desarrollado y siguen siendo respetuosos y cordiales”. El encuentro de hoy, prosiguió, se da “frente a un mundo sediento de misericordia, de unidad y de paz, nos pide que se dé un nuevo impulso, un renovado fervor a los lazos que nos unen, signo elocuente de los cuales es el beso de la paz y nuestro abrazo fraternal. La Iglesia Ortodoxa de Georgia, enraizada en la predicación apostólica, especialmente en la figura del apóstol Andrés, y la Iglesia de Roma, fundada sobre el martirio del apóstol Pedro, tienen así la gracia de renovar hoy, en el nombre de Cristo y para su gloria, la belleza de la fraternidad apostólica. En efecto, Pedro y Andrés eran hermanos: Jesús los llamó a dejar sus redes para ser, juntos, pescadores de hombres (cf. Mc 1,16-17). Querido hermano, dejémonos mirar de nuevo por el Señor Jesús, dejémonos atraer aún por su invitación a dejar todo lo que nos impide dar, juntos, el anuncio de su presencia. Nos sostiene en esto el amor que transformó la vida de los Apóstoles. Es el amor sin igual, que el Señor ha encarnado: « Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos» (Jn 15,13); y que nos lo ha dado para que nos amemos unos a otros como él nos ha amado (cf. Jn 15,12). En este sentido, el gran poeta de esta tierra parece que nos dirige también a nosotros algunas de sus célebres palabras: «¿Has leído cómo los apóstoles escribieron del amor, cómo hablan, cómo lo alaban? Conócelo, dirige tu mente a estas palabras: el amor nos eleva» "(S. Rustaveli, El Caballero de la piel de tigre, Tiflis 1988, estancia 785). Realmente el amor del Señor nos eleva, porque nos permite alzarnos por encima de las incomprensiones del pasado, de los cálculos del presente y de los temores del futuro. El pueblo georgiano ha dado testimonio durante siglos de la grandeza de este amor. Ha encontrado en él la fuerza para levantarse de nuevo después de muchas pruebas; gracias a él se ha elevado hasta las alturas de una extraordinaria belleza artística”.  

“Que la multitud de santos de este país nos anime a poner el Evangelio por encima de todo y a evangelizar como en el pasado y, más que en el pasado, libres de las ataduras de ideas preconcebidas y abiertos a la perenne novedad de Dios. Que las dificultades no sean un obstáculo, sino un estímulo que nos ayude a conocernos mejor, a compartir la sabia viva de la fe, a intensificar la oración de unos por otros y a cooperar con caridad apostólica en el testimonio común, para la gloria de Dios en el cielo y el servicio de la paz en la tierra. Al pueblo georgiano le gusta ensalzar, brindando con el fruto de la vid, sus valores más apreciados. Junto al amor que eleva, se da un papel especial a la amistad. «Quien no busca un amigo, es enemigo de sí mismo», nos recuerda una vez más el poeta (S. Rustaveli, El Caballero de la piel de tigre, estancia 847). Quiero ser un amigo sincero de esta tierra y de este querido pueblo, que no olvida el bien recibido y cuyo carácter hospitalario se combina con un estilo de vida verdaderamente lleno de esperanza, aún en medio de las dificultades, que nunca faltan. También esta actitud positiva tiene sus raíces en la fe, que lleva a los georgianos a invocar, en torno a la mesa, la paz para todos, recordando incluso a los enemigos. Con la paz y el perdón estamos llamados a vencer a nuestros verdaderos enemigos, que no son de carne y hueso, sino los espíritus del mal que están dentro y fuera de nosotros (cf. Ef 6,12). Esta tierra bendita está llena de héroes valientes según el Evangelio que, como san Jorge, fueron capaces de vencer al mal. Pienso en tantos monjes, y especialmente en los numerosos mártires, cuya vida ha triunfado «con la fe y la paciencia» (Ioane Sabanisze, Martirio de Abo, III): ha pasado por la prueba del dolor permaneciendo unida al Señor y ha dado así un fruto pascual, regando el suelo georgiano con la sangre derramada por amor. Que su intercesión alivie a tantos cristianos que todavía hoy en el mundo sufren persecuciones y atropellos, y fortalezca en nosotros el buen deseo de estar fraternalmente unidos para anunciar el Evangelio de la paz.” (FP)