Párroco de Alepo: El ataque al Colegio franciscano para golpear a civiles, sembrar caos y terror

El p. Ibrahim habla de atentado “terrorista” realizado para alimentar el pánico entre la población. El mensaje de los yihadistas, advierte es “o con nosotros o la muerte”. Los misiles se han centrado en un asilo de ancianos, matando a una mujer de noventa y cuatro años e hiriendo a otras dos. El ataque del Estado islámico en Tartus y Jableh, que causó más de cien muertos, un “mensaje” para los rusos.


Damasco (AsiaNews)- El objetivo de los misiles “era justamente el de centrarse en la zona en la cual surge” el Colegio de Tierra Santa, cerca del cual también hay “un cuartel para los jóvenes reclutas” del ejército gubernamental. Los grupos yihadistas “quieren atacar a la población y sembrar el pánico entre la gente”. Así el p. Ibrahim Alasbagh, de cuarenta y cuatro años, franciscano, guardián y párroco de la iglesia latina de San Francisco en Alepo, la “capital del Norte” de Siria desde hace semanas teatro de violentos combates, describe a AsiaNews el ataque al Colegio de Tierra Santa de Alepo. Es un mensaje al puro “estilo terrorista”, advierte el sacerdote, con el cual se quiere “atacar a inocentes para lanzar un mensaje: o con nosotros los yihadistas o, de lo contrario, es la muerte”. Es evidente este alimentar el “caos y el terror” entre la población, “aterrorizando a la gente: o están con nosotros o,de otro modo,los matamos a todos. Y atacan a inocentes antes que a militares”.

La noche del 21 de mayo pasado dos misiles lanzados por los yihadistas se centraron en el Colegio de Tierra Santa de los franciscanos de Alepo (en la foto), causando un muerto y dos heridos graves entre los ancianos que estaban refugiados en ese lugar. La víctima, cuenta el sacerdote “es una anciana de noventa y cuatro años que había buscado refugio” en el centro, para “escapar de la violencia de la guerra”. También hay otras dos personas heridas: “son dos mujeres, de unos ochenta años, huéspedes” del Asilo del Colegio después de haber abandonado en abril de 2015 el Centro San Vicente de Paul “cuando terminó siendo atacado”. “Las ancianas pensaban estar en un lugar seguro-comenta el p. Ibrahim- y que morirían en paz en la custodia, pero no fue así”.

Hasta ahora el centro, la escuela y el gran parque que la rodea eran algunos de los lugares más seguros de la ciudad, ahorrados, al menos en parte, de la violencia ciega de una guerra que ya causó en cinco años doscientos ochenta mil muertos. En el Colegio vivían una veintena de personas ancianas a quienes habían bombardeado sus casas. Era considerada “la zona casi más segura de Alepo”, donde en cinco años “cayeron dos o tres” misiles, prosigue el sacerdote,  en un terreno “muy grande que antes era una escuela” y era “la más prestigiosa” de toda la ciudad.  Con el tiempo los militares del gobierno han confiscado una parte para “construir un cuartel para los jóvenes reclutas”, sin embargo la zona “continuaba siendo considerada tranquila”, una especie de “pulmón verde de Alepo”, el único espacio en el cual las familias “podían reunirse y hacer respirar un poco de aire bueno a sus niños”.     

Un lugar, agrega el padre, donde poder ir a de paseo, en el cual “se habían iniciado trabajos de restauración” para “acoger a las familias de la ciudad”. “En Alepo los franciscanos tienen tres centros: la parroquia San Francisco de Asís atacada una vez, el convento de Ir Ram, atacado ya cinco veces y el colegio de Tierra Santa. “Ahora-cuenta el p. Ibrahim- no hay un solo centro que se haya salvado de las bombas o de los misiles”.

En el último ataque, los yihadistas usaron “un misil de un metro y medio”, no un simple golpe de cañón, lo cual confirma “el crecimiento del potencial bélico” a disposición de los movimientos extremistas filo-islámicos. Su objetivo, advierte el sacerdote, es atacar “las áreas del oeste de Alepo” (bajo el control del gobierno), donde “se encuentran las comunidades cristianas”.

Hoy, mientras tanto, dos ciudades costeras sirias, Tartus y Jableh, en la provincia de Latakia, en la costa mediterránea, bastión del gobierno de Damasco, fueron teatro de una serie de atentados en simultáneo, que han provocado al menos cien muertos y más de ciento veinte heridos. Detrás de los ataques estarían los milicianos del Estado islámico (EI), que han reivindicado la matanza a través de la agencia de prensa AMAP, cercana al movimiento yihadista. Objetivo de la violencia son los “asentamientos de alawitas” de ambas ciudades; se trata de la misma confesión islámica, minoritaria en el país, de la cual forma parte el mismo presidente sirio Bashar al.Assad.

En la zona atacada, cuenta el p. Ibrahim, no hay sólo alawitas sino también cristianos, sunitas, chiíes. Y también está “la base rusa en el Mediterráneo, es por eso que estos ataques parecen más “un mensaje para Moscú que para Damasco”. Los milicianos quieren hacer entender que “pueden llegar a todos lados y sembrar el caos”, , esto, gracias también a armas “cada vez más sofisticadas” a su disposición. El drama, concluye el sacerdote, es que “quien paga el precio” de los ataques de las bombas así como el del embargo las sanciones, es siempre “la pobre gente inocente”.