Budistas y católicos tailandeses contra la pena de muerte: No sirve al fin de evitar los crímenes
de Weena Kowitwanij

El abad budista Phra Paisal Visalo comenta  el llamamiento del Papa Francisco en favor de la abolición de la práctica; “Estudios en todo el mundo demuestran que los crímenes disminuyen una vez que la pena capital es eliminada.  Para nuestra religión, “no matar” es el primer y principal mandamiento”. Sacerdote:   “Es justo que, quien se equivoca, sea sancionado por el Estado, pero es necesario dar siempre una posibilidad de redención”.


Bangkok (AsiaNews) – La pena de muerte “no protege de los crímenes ni provoca una reducción en ellos. Investigaciones llevadas a cabo en todo el mundo muestran, por el contrario, que los países que han eliminado la pena capital han asistido a una drástica disminución de los delitos graves”. Es cuanto afirma ante AsiaNews Phra Paisal Visalo, abad del templo budista Wat Pa Sukato, en el nordeste de Tailandia, quien expresa su opinión luego del llamamiento hecho por el Papa Francisco el 21 de febrero pasado, en el cual pidió por la abolición de la pena de muerte y por una moratoria de las condenas durante el Jubileo de la Misericordia.

Phra Paisal Visalo es un académico, escritor y practicante del Dharma. Él explica que “matar o destruir una vida es contrario a la doctrina budista. Es el primero y el más importante de los preceptos. Un budista no debería matar ni dañar una vida, porque cree que existen métodos mejores para resolver los problemas”. Una reducción de crímenes, explica Phra Paisal, “puede ser obtenida con medidas restrictivas que quiten a los culpables la posibilidad de cometer ulteriores crímenes. Por otro lado, el desarrollo económico y social es un camino para alentar a las personas a hacer algo bueno, disminuyendo la inclinación al delito”.

El budismo, explica el monje Phramaha Supachai, cree que una persona, si es educada adecuadamente, está en grado de desarrollarse a sí misma, y de confiarse en la resolución de los problemas a la ley del Karma, en lugar de optar por la venganza.

Tailandia prevé la pena de muerte en casos extremos como el homicidio o el tráfico de drogas. La sociedad tailandesa está dividida frente al tema: cada vez que se lleva a cabo una ejecución, muchos apelan a los derechos humanos, mientras que otros toleran la práctica por cuestiones de seguridad. A partir del año 2003 el pelotón de ejecución fue sustituido por una inyección letal. La última ejecución se remonta al 2009, cuando a dos narcotraficantes les fue dada la muerte.

También la Iglesia tailandesa lucha por la abolición de la pena de muerte. El padre Watchasilp Kritcharoen, director de la Obras misionales pontificias, afirma: “Si se comete un crimen, es justo recibir un sanción adecuada según las leyes del Estado, a fin de que se garanticen la estabilidad y la seguridad. La Iglesia católica está en contra de la pena capital, incluso reconociendo que en ocasión de crímenes extremos sea necesario aplicarla según las leyes de gobierno”. El sacerdote desea que sean utilizadas “medidas diferentes, que respeten la vida humana y que den al detenido una posibilidad de corregir sus errores y de volverse una persona mejor”.