Papa: las madres son poco escuchadas y poca ayudada en la sociedad y, a veces incluso en la Iglesia
Es "poco considerada en su papel central en la sociedad. De hecho, a menudo se aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse por sus hijos para 'salvar' el gasto social". Los artistas del Golden Circus: son los "creadores de belleza", que "necesita" el mundo. "La humanidad piensa, siente, hace, pero hoy tiene tanta necesidad de la belleza. ¡No hay que olvidar esto!".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - La madre, a la cual "toda persona humana le debe la vida" y casi siempre gran parte de su formación humana y espiritual, " es poco escuchada y poco ayudada en la vida cotidiana, poco considerada en su rol central en la sociedad. Es más, a menudo se aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse por los hijos para "ahorrar" en los gastos sociales" y " Sucede que también en la comunidad cristiana la madre no es siempre justamente valorada, es poco escuchada".

La catequesis sobre la familia ha sido también el centro de la primera audiencia general de 2015, dedicado por Francisco a la "madre", sin el cual la sociedad sería "inhumana, porque las madres siempre saben testimoniar, incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral".

Se realizó la reunión en el Aula Pablo VI, en un ambiente festivo, también por la presencia del Golden Circus, con las actuaciones de acróbatas, malabaristas y otros artistas. Al agradecer a ellos, el Papa les llama "creadores de la belleza", que el mundo "necesita". "Las personas que hacen el espectáculo en el circo - dijo - ! Crea belleza, son creadores de belleza! Y esto es bueno para el alma. ¡Cómo necesitamos belleza! Es cierto, nuestra vida es muy práctica, hacer las cosas, continuar la obra, esto debe hacerse: la fabricación, el lenguaje de las manos... Además, nuestra vida es para pensar, razonar... el lenguaje de la mente. También los que nos aman, que tienen esta capacidad de amor, el lenguaje del corazón. Hay el lenguaje de la mente, el pensamiento, el lenguaje del corazón, el amor, el lenguaje de las manos, hacer. Y estos tres idiomas se unen para hacer la armonía de la persona. Y es la belleza y estas personas que hoy han hecho este espectáculo, son los creadores de armonía, creadores de belleza, que enseñan el camino superior de la belleza. Dios ciertamente es verdad, ciertamente Dios es bueno, Dios ciertamente sabe cómo hacer las cosas, creó el mundo, pero sobre todo ¡Dios es hermoso! la belleza de Dios. Y tan a menudo nos olvidamos de la belleza, ¿eh? La humanidad piensa, siente, hace, pero hoy en día tiene una gran necesidad de la belleza. ¡No os olvidéis de esto!".

En su discurso antes de las ocho mil personas presentes en la sala de audiencias, Francisco había argumentado que "tal vez las madres, dispuestas a tantos sacrificios por los propios hijos y a menudo también por aquellos de los otros, deberían ser más escuchadas. Sería necesario comprender más su lucha cotidiana para ser eficientes en el trabajo y atentas y afectuosas en familia; sería necesario entender mejor a qué aspiran para expresar los frutos mejores y auténticos de su emancipación".

Una madre con los hijos tiene siempre problemas, siempre trabajo. Yo recuerdo en casa, éramos cinco y mientras uno hacía "una", el otro pensaba en hacer "otra" y la pobre mamá iba de un lado para el otro. Pero era feliz. Nos ha dado tanto.

Las madres son el antídoto más fuerte a la difusión del individualismo egoísta. "Individuo" quiere decir "que no puede ser dividido". Las madres, en cambio, se "dividen", ellas, desde cuando acogen un hijo para darlo al mundo y hacerlo crecer. Son ellas, las madres, quienes odian mayormente la guerra, que mata a sus hijos. Muchas veces he pensado en aquellas madres cuando han recibido la carta: "Le digo que su hijo ha caído en defensa de la patria...". ¡Pobres mujeres, cómo sufre una madre! Son ellas quienes testimonian la belleza de la vida".

El Papa ha citado una frase sobre el arzobispo salvadoreño Oscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980, quien habló del "martirio materno". En su homilía para el funeral de un sacerdote asesinado por los escuadrones de la muerte, dijo, haciéndose eco del Concilio Vaticano II: «Todos debemos estar dispuestos a morir por nuestra fe, aunque no nos conceda el Señor este honor... Dar la vida no es sólo que lo maten a uno; dar la vida, tener espíritu de martirio, es dar en el deber, en el silencio, en la oración, en el cumplimiento honesto del deber, en aquel silencio de la vida cotidiana, ir dando la vida, como la da la madre que sin aspavientos, con la sencillez del martirio maternal concibe en su seno a su hijo, da a luz, da de mamar, hace crecer, cuida con cariño a su hijo. Es dar la vida - y éstas son las madres. Es martirio». Hasta aquí la citación. Sí, ser madre no significa sólo traer al mundo un hijo, sino es también una elección de vida: ¿qué elije una madre? ¿Cuál es la elección de vida de una madre? La elección de vida de una madre es la elección de dar vida. Y esto es grande, esto es bello".

" Una sociedad sin madres sería una sociedad deshumana, porque las madres siempre saben testimoniar incluso en los peores momentos, la ternura, la dedicación, la fuerza moral. Las madres a menudo transmiten también el sentido más profundo de la práctica religiosa: en las primeras oraciones, en los primeros gestos de devoción que un niño aprende, se inscribe el valor de la fe en la vida de un ser humano. Es un mensaje que las madres creyentes saben transmitir sin muchas explicaciones: éstas vendrán después, pero la semilla de la fe está en esos primeros, preciosísimos momentos. Sin las madres, no sólo no habría nuevos fieles, sino que la fe perdería buena parte de su calor sencillo y profundo. Y la Iglesia es madre, con todo esto. ¡Es nuestra madre! Nosotros no somos huérfanos, tenemos una madre. La Virgen y la madre Iglesia y nuestra madre. No somos huérfanos, somos hijos de la Iglesia, somos hijos de la Virgen y somos hijos de nuestras madres".

Queridas madres, gracias, gracias por lo que son en la familia y por aquello que dan a la Iglesia y al mundo. Y a ti amada Iglesia gracias, gracias por ser madre. Y a ti María, Madre de Dios, gracias por hacernos ver a Jesús. Y a todas las mamás aquí presentes, ¡las saludamos con un aplauso!".

Después de la catequesis, el Papa saludó entre otros a una delegación de los imanes franceses que participan en las relaciones entre cristianos y musulmanes, deseándoles a seguir con valentía el compromiso "al servicio de la paz, la fraternidad y de la verdad" Luego saludó a los peregrinos de Polonia y, en particular, una delegación de los sobrevivientes del campo de concentración de Auschwitz, liberados hace setenta años