Bartolomé. La misión del cristiano es la liberación del hombre del poder de las tinieblas
de NAT da Polis
En el mensaje de Pascua, el Patriarca ecuménico escribe que, "Se observa un inhumano tentativo de eliminar de explotar a los más débiles por parte de aquellos que son parte de la pirámide del poder". La historia ha demostrado que el verdadero progreso no puede existir sin Dios".

Estambul (AsiaNews)- La fe en Dios no debe significar búsqueda para la conquista del poder, porque la misión del cristiano no consiste en la liberación de una nación en juego por otra, sino en la liberación del género humano del señor de las tinieblas. La búsqueda del poder es tristeza, muerte eterna. Lo escribe el Patriarca ecuménico Bartolomé en su  mensaje pascual, recordando el pasaje del Evangelio, donde se refiere que los seguidores de Nuestro Señor Jesucristo, después de su triunfal ingreso en Jerusalén había equivocadamente creído en la conquista del poder temporal de parte suya, con la consiguiente adquisición de lugares de poder por parte de ellos.

Lamentablemente, continuó el Patriarca ecuménico, "también nuestro tambores de muerte y de tinieblas suenan repetidamente. Algunos hombres creen que el exterminio del prójimo sea una acción laudable y útil. Pero se equivocan. Lamentablemente, se observa un inhumano tentativo de eliminar y explotar a los más débiles por parte de aquellos que forman parte de la pirámide dl poder. A  menudo sorprende la dureza y la falta de compasión por parte de quien piensa que tiene las riendas del poder del mundo. "Pero, Cristo, con su muerte en la cruz dio vuelta la pirámide del mundo, poniendo como referencia Su cruz".

La historia de la humanidad, observa Bartolomé: "Ha visto prevalecer la obscuridad de la muerte, la injusticia en cambio de la justicia, el odio y la envidia en vez del amor; la gente prefiere el odio infernal a cambio de la luz de la Resurrección. No obstante el aparente progreso tecnológico y las declaraciones sobre los derechos humanos y la libertad religiosa, el odio étnico-racial y religioso se difunde por todo el mundo, provocando peligrosas tensiones, reforzando así la soberanía de la muerte". Lamentablemente, continúa el mensaje, las personas no logran aceptar y tolerar las convicciones, ya sean políticas, religiosas, étnicas y sociales de sus prójimos.

Por el contrario "la historia demostró que el verdadero progreso no puede existir sin Dios". Ninguna sociedad puede realmente considerarse progresista y próspera sin libertad. "Pero la verdadera libertad se adquiere sólo cuando nuestro pensamiento se dirige a Dios". La historia del S. XX confirma trágicamente esta verdad. La humanidad vivió los horrores de la Segunda Guerra mundial, que explotó en Europa central, causa de millones de víctimas y de persecuciones racistas. Y vivió también los horrores cometidos por esas fuerzas, en Europa Oriental, que se denominaban progresistas y que en nombre de la libertad, cometieron delitos inauditos. Cualquier visión política que no contenga la verdad en Cristo lleva siempre a la muerte y termina en tragedia.

"A la supremacía de la fuerzas de las tinieblas la Iglesia debe responder con la gracia y la potencia del mensaje del Cristo Resucitado. Solamente Él, que hizo propios los sufrimientos de cada individuo, da al mundo con Su Resurrección, la certeza que la muerte fue vencida: ¡Cristo resucitó!"