Crece el comercio de jade birmana, pero hay alarma por la salud de los trabajadores
En el último trimestre de 2013 las ganancias de las exportaciones han alcanzado los 920 millones de dólares. El volumen total del comercio vale al menos 8 billones de dólares. Pero en el sector pesan el contrabando y la explotación de los mineros. Por las condiciones prohibitivas y el aumento vertiginoso de casos de Hiv.

Yangún (AsiaNews/Agencias)- En el último trimestre de 2013 las ganancias en el sector de las exportaciones de jade en Myanmar han alcanzado los 920 millones de dólares, con un crecimiento superior respecto al mismo período del año precedente. Es cuanto emerge de una nota oficial del ministro birmano para el Desarrollo económico y la Planificación nacional. Sin embrago esta suma consistente aparece casi ciertamente subestimada respecto al valor real, porque la gran parte de los preciosos que deje el País es contrabandeada por los traficantes. Y esto no termina seguramente dentro de las estadísticas oficiales del gobierno o en las cajas del registro de los impuestos.

Un estudio elaborado en 2011 por el Harvard Ash Center estima en 8 billones  de dólares, el valor total del comercio de jade en Myanmar. Una suma consistente, a despecho de las sanciones estadounidenses que aún hoy siguen en vigor en el sector de las importaciones de jade y otros preciosos como el rubí.

En el reciente pasado el presidente de EEUU, Barack Obama removió muchos vínculos económicos y comerciales hacia el gobierno y los empresarios birmanos, en vigor por decenios durante la dictadura militar: sin embargo, él ha querido mantener las restricciones en el sector de los preciosos a causa de los consistentes abusos en tema de derechos humanos en daño de los mineros y más en general, en los que trabajan en el sector.

Las extracciones se hacen en su mayoría en el Estado septentrional de Kachin, en la frontera con China, donde están concentradas la gran parte de las minas. Una zona caracterizada desde hace tiempo por un conflicto étnico, que ve enfrentados al ejército birmano y las milicias rebeldes Kachin, que luchan por una mayor autonomía de Naypyidaw. En los últimos dos años, los enfrentamientos han reiniciado y con mayor intensidad causando muertos, heridos y evacuados entre la población civil.

A desencadenar la controversia es la propiedad- y relativa explotación- de las minas porque un monitoreo contante en escala nacional es imposible y los observadores internacionales (junto a las Ong) no están autorizadas a obrar en la región. Como se nota en una reciente encuesta de la Reuters, los mineros trabajan a menudo en condiciones inhumanas y prohibitivas, víctimas de los abusos por parte de los dueños, expuestos a muchísimos riesgos para la salud.

En muchos casos, los lugares de extracción on utilizados por los mineros con problemas de toxico-dependencia para inyectarse heroína; ellos usan las cuevas o sinuosidades (llamados "tiro al blanco") para inyectarse la sustancia, compartiendo muchas veces las agujas. De aquí el vertiginoso aumento de los contagios de Hiv, tanto que en la pequeña ciudad de Hpakant (en el Estado de Kachin) el número de sero-positivos está alrededor del 40%. El mayor número de los clientes es de afuera de las fronteras, en China, y no es raro observar a traficantes que atraviesan la frontera para llevar jade y otros preciosos. Tal comercio aumentó en manera exponencial con las sanciones impuestas por  los EEUU en 2008.